Amor salvaje
¡ Ah ... qué nidada de caricias salvajes descubrí ! ...
Guardadas en tu bosque ... desde el alba del mundo ...
esperaban la mano que llegara a arrancarlas ...
la mirada que las volcara sobre tus venas todas ...
el temblor ... que iniciara tu espasmo y tu locura.
Vaivén en tus pupilas despertadas,
ojos que danzan al ritmo de los hombros,
larga piel en su raíz estremecida,
la ansiosa estalactita del deseo ...
caracol que se incrusta en las orejas;
tus ojos ... súbitos ... terribles ... ¡ Ah ... tus ojos ! ...
y locura ... embeleso ... y más locura.
Pantera que se escapa ... cervatilla rendida ...
la sierpe envolvente de tus brazos ...
abrazo de mil lianas zapadoras ...
largo césped ... donde los senos nacen ...
ensenada candente de los muslos,
playa ... con la blanca tersura de tu vientre ...
y locura ... ternura ... y más locura.
Cadencia resonante ... de músicas selváticas ...
tambor noctambulario ... suena sobre tu espalda ...
la flauta ... imperceptible del suspiro,
largos gemidos ... de destrozados labios ...
y el grito sempiterno ... tan guardado,
al fin ... la noche rompe en agudos pedazos ...
y locura ... cadencia ... y más locura.
Cavernas, grutas, lagos, musgos leves ...
hongos colgantes, zarzas en tu boca ...
frutos ignotos, zumos descubiertos ...
mieses en la alborada, sed ... que ya se apaga ...
venas que se rebelan ... sangre libertada ...
yegua ululante ... jinete que espolea ...
y locura ... locura ... y más locura.
¡ Ah ... que nidada de caricias salvajes descubrí !
¡ Y qué voces intactas ... en tus prístinos fondos !
¡ Y qué flores ... que se abren al tacto de mis manos !
Salvaje mía ... ¡ ámame así ... envuélveme en tu bruma !
¡ Y bebamos del manantial ... de esta locura primitiva !.
(Luis Zalamea Borda)